La peor forma de extrañar a alguien es estar
sentado a su lado y saber que nunca lo podrás tener.
La memoria del corazón elimina los malos
recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese
artificio, logramos sobrellevar el pasado.
El problema del matrimonio es que se acaba todas
las noches después de hacer el amor, y hay que
volver a reconstruirlo todas las mañanas antes del
desayuno.
El día que la mierda tenga algún valor, los
pobres nacerán sin culo.
Ningún lugar en la vida es más triste que una
cama vacía.
Hay que ser infiel, pero nunca desleal.
El secreto de una buena vejez no es otra cosa
que un pacto honrado con la soledad.
Los seres humanos no nacen para siempre el día
en que sus madres los alumbran, sino que la vida los
obliga a parirse a sí mismos una y otra vez.
Lo más importante que aprendí a hacer después de
los cuarenta años fue a decir no cuando es no.
Así es -suspiró el coronel-. La vida es la cosa
mejor que se ha inventado.
La vida no es sino una continua sucesión de
oportunidades para sobrevivir.
No hay medicina que cure lo que no cura la
felicidad.
Ninguna persona merece tus lágrimas, y quien se
las merezca no te hará llorar.
Me desconcierta tanto pensar que Dios existe,
como que no existe.
La sabiduría nos llega cuando ya no nos sirve de
nada.
Era inevitable: el olor de las almendras amargas
le recordaba siempre el destino de los amores
contrariados.
La vida no es la que uno vivió, sino la que uno
recuerda, y cómo la recuerda para contarla.
En todo momento de mi vida hay una mujer que me
lleva de la mano en las tinieblas de una realidad
que las mujeres conocen mejor que los hombres y en
las cuales se orientan mejor con menos luces.
El mundo habrá acabado de joderse el día en que
los hombres viajen en primera clase y la literatura
en el vagón de carga.
No, el éxito no se lo deseo a nadie. Le sucede a
uno lo que a los alpinistas, que se matan por llegar
a la cumbre y cuando llegan, ¿qué hacen? Bajar, o
tratar de bajar discretamente, con la mayor dignidad
posible.